
Es curioso,no? Como el mismo sitio puede evocar según en que momentos recuerdos y sentimientos tan contradictorios. Como ha habido épocas de mi vida en las que no he podido sobrevivir ni un solo fin de semana sin respirar el aire que contiene sus calles, sin la montaña rusa de emociones y la resaca emocional de los domingos. Y como otras me he visto en la necesidad de huir y refugiarme en la densa capa de contaminación que cubre Madrid y,de paso,mis recuerdos.
Llevaba tiempo sin aparecer,pero dicen que tu hogar se encuentra donde está tu corazón, y el mío,esa masa informe que como reza Sabina está cerrado por derribo,no tardó en recordarme que si alguna vez echó raíces fue sin duda en aquellas calles con olor a leña quemada.
El repicar de las campanas,la sombra del recuerdo acechando en cada rincón,el viento gélido con olor a jara,las sonrisas de los de siempre,las últimas huellas de mi otra forma de vivir, una torre de vasos,un desfile de carnaval,los mismos comentarios sobre la banda de música,las mismas anécdotas que nos hicieron reír...
Todo cambia. Crecemos,maduramos,huímos de lo que nos recuerda lo débiles que llegamos a ser.
Pero es reconfortante comprobar que algunas cosas continúan en el lugar exacto en el que deberían estar.
Madrileña de nacimiento, alicantina de sentimiento,vallekana de padrón y,sobretodo y ante todo,tembleña de corazón.